Un estudio determina que se necesitan dosis más altas de omega-3 para proporcionar beneficios cerebrales

Las personas que sufren mayor riesgo de desarrollar Alzheimer pueden requerir una dosis más alta de Omega-3 de lo que se pensaba originalmente. Esto se debe a que los niveles en la sangre y el cerebro varían significativamente, según un nuevo estudio piloto de la Escuela de Medicina Keck de la USC, en Los Ángeles.

 

Numerosos estudios respaldan el potencial preventivo de los ácidos grasos omega-3 para la demencia. Sin embargo, hasta la fecha, la mayoría de las investigaciones que evalúan los omega-3 para evitar o reducir el deterioro cognitivo en participantes humanos no han mostrado beneficios.

 

En el estudio actual, investigadores de la USC (EE.UU.) brindan pistas importantes sobre esta discrepancia. Se trata del primer estudio de prevención del Alzheimer para comparar los niveles de omega-3 en la sangre con los del sistema nervioso central. Los hallazgos sugieren que pueden ser necesarias dosis más altas de suplementos de omega-3 para marcar la diferencia.

 

Omega-3 y la función cognitiva

 

En el estudio participaron personas con una mutación específica que aumenta el riesgo de Alzheimer. La toma de los suplementos elevó los niveles de un ácido graso clave mucho menos en comparación con aquellos que no tenían esa mutación. “Los ensayos se han basado en la suposición de que los omega-3 ingresan al cerebro”, dijo el autor principal, el Dr. Hussein Yassine, profesor asociado de medicina y neurología en la Escuela de Medicina Keck de la USC.

 

Concretamente, los investigadores reclutaron a 33 participantes que tenían factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, pero que no tenían deterioro cognitivo. Todos los participantes tenían antecedentes familiares de la enfermedad, un estilo de vida sedentario y una dieta baja en pescado graso. 15 de ellos portaban una variante genética llamada APOE4, que está relacionada con la inflamación en el cerebro y aumenta el riesgo de Alzheimer en un factor de cuatro o más; los otros 18 no eran portadores.

 

Los sujetos fueron asignados al azar a un grupo de tratamiento o uno de control. Se pidió a los miembros del grupo de tratamiento que tomaran diariamente durante seis meses suplementos que contengan más de 2 gramos de un omega-3 llamado ácido docosahexaenoico (DHA). Los miembros del grupo de control tomaron placebos todos los días durante el mismo período. A los participantes de ambos grupos se les pidió que tomaran a diario vitaminas del complejo B, para ayudar al cuerpo a procesar los omega-3.

 

Por otra parte, los responsables del estudio recolectaron muestras de plasma sanguíneo y líquido cefalorraquídeo. Este último señala si los omega-3 alcanzaron al cerebro. Asimismo, observaron los niveles de dos ácidos grasos omega-3: DHA y ácido eicosapentaenoico (EPA), un potente antiinflamatorio que el cuerpo obtiene de una pequeña porción de su ingesta de DHA.

 

Se necesitan dosis más altas de omega 3

 

Una vez transcurrido seis meses, los participantes que tomaron suplementos de omega-3 tenían un 200% más de DHA en la sangre en comparación con los que tomaron placebos. Por el contrario, el DHA que se encuentra en el líquido cefalorraquídeo fue solo un 28% más alto en el grupo de tratamiento que en el grupo de control. Esto quiere decir que medir los niveles de omega-3 en la sangre puede no indicar cuánto llega al cerebro.

 

El Dr. Yassine y sus coautores también informan que, dentro del grupo de tratamiento, aquellos sin la mutación APOE4 mostraron un aumento de EPA en su líquido cefalorraquídeo. El incremento fue de hasta tres veces mayor que lo que era visto en portadores del gen.

 

Según las declaraciones del autor principal, “los portadores de E4, a pesar de tener la misma dosis, tenían menos omega-3 en el cerebro. Este hallazgo sugiere que la EPA se consume, se pierde o no se absorbe en el cerebro de manera tan eficiente con el gen E4.

 

En particular, la dosis de 2 gramos de DHA en este estudio superó con creces lo que se ha utilizado en los principales ensayos clínicos que prueban el poder preventivo de los omega-3. Generalmente se administran 1 gramo o menos al día. “Si usa una dosis más baja, puede esperar un aumento de menos del 10% en los omega-3 en el cerebro, lo que puede no considerarse significativo”, apuntó Yassine.

 

Los próximos retos del Omega 3

 

Los investigadores han trabajado durante dos años para reclutar participantes para el ensayo. La barrera de entrada provino del único método capaz de extraer líquido cefalorraquídeo, mediante una punción lumbar. Resultó difícil encontrar personas dispuestas a someterse a ese procedimiento, que implica una aguja hueca que perfora la parte baja de la espalda en dos ocasiones.

 

Los datos preliminares del estudio actual fueron lo suficientemente intrigantes como para que los científicos pudieran atraer fondos para un ensayo más grande que ya está en marcha. Siguiendo a 320 participantes durante dos años, se examinará si altas dosis de omega-3 pueden retrasar el deterioro cognitivo en los portadores del gen APOE4.

 

Por su parte, Yassine cree que la progresión de un estudio pequeño a uno más grande es un buen modelo para desarrollar terapias y prevenciones dirigidas al cerebro. “Estos estudios piloto son importantes, antes de embarcarnos en ensayos clínicos muy costosos, debemos mostrar una prueba de concepto. Así sabremos que el medicamento está llegando al cerebro y cambiando los biomarcadores de la enfermedad en la dirección correcta”, ha subrayado el profesor.

 

Referencias

 

Arellanes IC, Choe N, Solomon V, He X, Kavin B, Martinez AE, Kono N, Buennagel DP, Hazra N, Kim G, D’Orazio LM, McCleary C, Sagare A, Zlokovic BV, Hodis HN, Mack WJ, Chui HC, Harrington MG, Braskie MN, Schneider LS, Yassine HN. Brain delivery of supplemental docosahexaenoic acid (DHA): A randomized placebo-controlled clinical trial. EBioMedicine. 2020 Sep;59:102883.

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