Esta semana se han destacado evidencias adicionales del vínculo entre las bacterias intestinales y la salud mental ya que unos investigadores de Bélgica identificaron bacterias intestinales relacionadas con la depresión y la capacidad de producir compuestos neuroactivos.
Jeroen Raes, profesor en la Universidad de Leuven en Bélgica, descubrió que los pacientes con depresión tienen constantemente niveles bajos de las bacterias de Coprococcus y Dialister. Los hallazgos fueron verdaderos a pesar de los tratamientos antidepresivos.
Si estos hallazgos iniciales resisten un mayor escrutinio, la posibilidad de un enfoque basado en probióticos para las condiciones de salud mental podría consolidarse.
“La relación entre el metabolismo microbiano intestinal y la salud mental es un tema controvertido en la investigación del microbioma,” dijo el profesor Raes, que también es un investigador del Instituto Flandes de Biotecnología (VIB, por sus siglas en galés).
“La idea de que los metabolitos microbianos puedan interactuar con nuestro cerebro y, por lo tanto, con el comportamiento y los sentimientos, es intrigante. Pero la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro se ha explorado principalmente en modelos con animales, sin dejar atrás la investigación con seres humanos”.
“En nuestro estudio a nivel poblacional identificamos varios grupos de bacterias que variaban con la depresión humana y la calidad de vida a entre las poblaciones.”
La comunicación que involucra a las hormonas, el cerebro y el sistema inmunológico vinculan estrechamente la microbiota intestinal humana con el sistema nervioso central del huésped.
La interacción a lo largo de estas líneas se dice que es bidireccional, con la microbiota intestinal jugando un papel activo en el proceso vinculado al desarrollo y fisiología del cerebro, psicología y comportamiento.
Las investigaciones adicionales amplían este papel a la regulación del epitelio intestinal y la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, así como a la producción y degradación de compuestos neuroactivos.
Los estudios actuales en animales utilizados para investigar un posible papel causal de la microbiota no se han traducido bien al complejo fenotipo humano.
La interpretación funcional de la interacción entre la microbiota intestinal y el cerebro sigue siendo un desafío, además, se ve obstaculizada por la falta de una base de datos de referencias dedicadas al potencial metabólico neuroactivo microbiano intestinal.
Detalles del estudio
El profesor Raes y su equipo empezaron a observar el vínculo entre las bacterias gastrointestinales, la calidad de vida y la depresión.
Los datos de la microbiota fecal de 1.054 individuos registrados en el Proyecto Flamenco de Flora Intestinal se combinaron con los diagnósticos generales de depresión.
El equipo identificó grupos específicos de microorganismos que se relacionaban positiva o negativamente con la salud mental. Fueron dos géneros bacterianos, Coprococcus y Dialister, los que estaban constantemente agotados entre los individuos deprimidos, independientemente de si tomaron antidepresivos o no.
Los resultados se validaron en una cohorte independiente de 1.063 individuos de la cohorte holandesa LifeLinesDEEP y en una cohorte de pacientes clínicamente deprimidos en los Hospitales Universitarios de Lovaina, Bélgica.
“Este hallazgo aporta más evidencias que apuntan a la naturaleza potencialmente disbiótica del enterotipo de bacteroides que identificamos anteriormente,” dijo el profesor Jeroen Raes.
“Aparentemente, las comunidades microbianas que pueden estar vinculadas con la inflamación del intestino y la reducción del bienestar comparten una serie de características comunes”.
Nuevas técnicas computacionales
El profesor Raes y su equipo, habían identificado previamente una constelación de comunidad microbiana caracterizada por el bajo recuento de microbios y la biodiversidad que había sido más prevalente en los pacientes con enfermedad de Crohn.
En su actual estudio encontraron un tipo de comunidad similar vinculado con la depresión y la reducción de calidad de vida.
El trabajo adicional realizado en este estudio resultó en el desarrollo de una técnica computacional que identificó las bacterias intestinales que interactuaban con el sistema nervioso humano.
Observaron más de 500 bacterias aisladas del tracto gastrointestinal humano y su capacidad para producir un conjunto de compuestos neuroactivos.
Partiendo de sus estudios pudieron crear un catálogo de neuroactividad de las especies intestinales en el que descubrieron que ciertas bacterias portaban una amplia gama de estas funciones.
“Muchos componentes neuroactivos se producen en el intestino de los seres humanos,” explicó Mireia Valles-Colmer del VIB-KU Centro de Microbiología de Leuven. “Queríamos ver qué microbios gastrointestinales podían participar en la producción, degradación o modificación de estas moléculas”.
“Nuestra caja de herramientas no solo permite identificar las diferentes bacterias que podrían desempeñar un papel en las condiciones de salud mental, sino también los posibles mecanismos involucrados en esta interacción con el huésped”.
“Por ejemplo, descubrimos que la habilidad de los microorganismos para producir DOPAC, un metabolito del neurotransmisor dopamina humano, se relaciona con una mejor calidad de vida mental”.
Referencias
Valles-Colomer M, Falony G, Darzi Y, Tigchelaar EF, Wang J, Tito RY, Schiweck C, Kurilshikov A, Joossens M, Wijmenga C, Claes S, Van Oudenhove L, Zhernakova A, Vieira-Silva S, Raes J. The neuroactive potential of the human gut microbiota in quality of life and depression. Nat Microbiol. 2019 Apr;4(4):623-632.